La Bruja Escarlata

Fuera de la ciudad, en un bosque oscuro, sobre un acantilado, dentro de una cueva... habitaba una malvada bruja de nariz grande y ojos saltones, su rostro deformado la hacía ver como alguien desagradable. Ella vivía sola y todas las tardes salía de cacería. Mataba conejos y les abría la panza, devoraba las entrañas y con la piel hacía un guiso el cual le echaba muchas hierbas que guardaría después para hacer sus pócimas secretas, pues, se decía en aquellos tiempos, que la piel del conejo traía mucha suerte. Así que la bruja Scarlet vestía su sombrero de ala ancha, sus botas puntiagudas y guardaba a su gato dentro de su saco negro, tomaba su escoba y salía a darle vueltas a la Luna.

Scarlet creía que su mundo daba vueltas en el tiempo, volaba y colaba y siempre era lo mismo. Ese día, de pronto, hizo una pausa. O creyó que la hizo.
"Ahora tus palabras resuenan en el eco de mi mente, me abren horizontes..."
"Entonces vi"-dijo para un público invisible-"Mi vida es un papel en blanco, y yo tengo la pluma para escribir." Conforme las nubes avanzaban, Scarlet se hacía más poderosa, hasta que la oscuridad la hizo rebozar de alegría al nadar en aquel ancho mar...

Scarlet, en medio de su inestabilidad, bajó a la playa, el frío que provenía de alguna dirección la volvió de mármol. Le costó un poco, pero Scarlet lograba acercarse a la orilla, tenía que verla, sumida por un encanto mágico o por el recuerdo de haber estado antes allí...
Se acercó a ella, casi la tocaba, algo la lastimaba y el bajar la vista hacia aquel lugar de su cuerpo que tanto se quejaba, vio sus pies sangrando por la arena de la playa. ¿Por qué me haces esto? No vuelvas, escuché desde el horizonte, pero no pude averiguar quién lo había dicho, pues comencé a sentir un calor terrible y el llanto y la desesperación por venir, pero volteé la vista para ver un escenario terrible: la costa estaba quemándose. Sin momento quñe perder, corrí a la mar. Pero una enorme ola se precipitó sobre mí. ¿Me iba a tragar? ¿Por qué me impide la entrada a mi hogar? 'Oh, no, esto es terrible, mi pasado y mi presente me quieren matar'  
"Por aquí", escuché, "por las rocas"
Por las rocas estaba algo, no pudo distinguir lo que era, pero me pareció que quería ayudar. No tenía más tiempo, lo seguí y subimos por las rocas, escalamos sus sinuosas montañas. Subimos y subimos y parecía nunca terminar. alzaba la vista y veía salientes de rocas, algo de fango y más adelante mucho musgo, y aquella sombra extraña de cabello largo, guiándome. No me atreví a hablar.
Cuando llegamos a la más alta superficie, la sombra se dirigió hacia mí.

" Es duro lo que hemos vivido hasta ahora. Nuestros propios hogares nos echaron, nunca volverás al mar, nunca volverás a mirar atrás." 
Se acercó a mí, tocó mi frente, cerré mis ojos y cuando los abrí de nuevo no entendía dónde estaba. Pero una voz en mi cabeza escuché:
"Construiremos un castillo en el cielo."
Asentí.


Scarlet buscaba en todos los rincones de la casa un espacio que le trayera paz. Scarlet sentía, Scarlet peleaba internamente. Scarlet era una sola formada de tantas a la vez. Scarlet, en un sueño, se vio a sí misma desmembrándose en sus otros seres. Estaba Scarlet cara a cara con el demonio de ojos enfurecidos y martillazos en la cabeza; vislumbró a Scarlet, la muñeca rota, con su lágrima que nunca caía, la de ojos cansados y pálidos labios; Scarlet la de los vestidos coquetos cuyas manos sostenían lápices de colores.


Scarlet se acostó en la penumbra, con sus brazos en cruz, se imaginó siendo crucificada. ¿Cómo puedo bajar de aquí sin lastimarme? Sus pensamientos fueron desvanéciendose a medida que el sueño se acumulaba en sus ojos. Murmuró una canción de cuna para sí misma y durmió.
Scarlet en su lecho de muerte, miraba con los ojos de la eternidad, vacíos, hacia los barrotes de su celda. La sábana blanca colgada en la ventana la meció hasta quedar dormida...

[...] caigo dentro de un pozo. Oscuridad. No veo nada. Me aterro. Lloro. Me acuesto sobre el suelo y vislumbro un pequeño círculo. [...] me desgarro la piel con mis propias manos, me arranco el corazón, todavía palpitante, lo elevo al cielo, en señal de oración. Imploro. Ofrezco mi corazón a cambio de liberarme. Comienzo a vislumbrar un brillo espectral. Siento una ligereza de pies. Camino. No hay dónde apoyarse. ¿Me vuelto loca? En mi cabeza tocan las últimas notas y me vuelvo una estrella.

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